Se trata de la quinta que fue allanada en la tarde del martes durante la búsqueda de Carlos “Carloncho” Fernández, el delincuente acusado de balear a un policía en un asalto. En ese sitio secuestraron en 1977 a Juan Bourg y su esposa Alicia Rodríguez.
“La escena con que nos encontramos fue espantosa. Gente marginal, sin capacidad de balbucear dos o tres palabras en continuado, afectada por el consumo de drogas y vinculada al delito; un aguantadero abandonado”. Las palabras salieron de uno de los sabuesos que seguía el rastro de Carlos “Carloncho” Fernández, el peligroso delincuente finalmente capturado en la noche del martes cuando buscaba refugiarse en algún sitio.
Esa escena a la que hacía referencia era el estado deplorable de la quinta histórica de Silvestre Tohel al 6300, un patrimonio de los Derechos Humanos porque allí, en septiembre de 1977, fueron secuestrados y desaparecidos Juan Bourg y su esposa Alicia Rodríguez.
Un hijo del matrimonio Bourg -que viviría en la zona céntrica- está a cargo de la finca, pero algunos lo semblantearon como un hombre “generoso y de buen corazón, del que se terminan aprovechando”. Lo cierto es que de aquel reducto familiar nada queda y hoy se impone un lugar que es cobijo de personajes adyacentes al delito, adictos marginales y, hasta se cree que allí, hace pocas semanas pudo haber sido ejecutado un hombre de varios disparos.
En la tarde del martes, en el marco de la búsqueda de Fernández, la fiscal Andrea Gómez consiguió algo de la Justicia de Garantías que tiempo atrás le habían rechazado en otra causa: allanar la quinta de Tohel. Con personal de la DDI y la presunción de que podía estar oculto Fernández, se desplegó un operativo para irrumpir, pero al hacerlo el prófugo no estaba. Con lo que sí se encontraron los policías y funcionarios de la fiscalía fue con un “aguantadero”, que no los sorprendió porque se conocía de la lamentable fama adquirida por la quinta.
La secuencia de la persecución de Fernández concluyó poco después con su captura en Buenos Aires y Pringles, y el martes con la requisa de los dos automóviles. Pero la hipótesis de que podía estar parando en la quinta de la calle Tohel surgió de algunos datos precisos, de un noviazgo actual y de un asesinato de hace algunas semanas.
Un lugar deteriorado
Por la avenida Antártida Argentina, desde su comienzo en Mario Bravo hacia el sur, se transitan algunas cuadras hasta pasar el barrio del SOIP. En la esquina de la calle Silvestre Tohel hay un hotel alojamiento, del otro lado de la avenida, la cancha del club Mitre. El tránsito al doblar a la derecha es importante pese a que es de tierra, por dos razones: a 500 metros está la Escuela de Policía y a 800 la cancha del Mar del Plata Rugby Club. Mucho antes, a 150 metros, a la izquierda, un monolito se levanta junto a una tranquera. El pedestal tiene una placa de mármol que recuerda a Juan Bourg y a Alicia Rodríguez, desaparecidos el 5 y 7 de septiembre de 1977.
Dentro de esa casa quinta, reconocida como un espacio histórico por la Comisión Permanente por la Memoria, la Verdad y la Justicia del Partido de General Pueyrredon, el horror de aquellos años se convirtió en la actualidad en un grito de abandono y virtual usurpación.
Aunque parezca una dolorosa coincidencia, el 24 de marzo de 2018, el Día de la Memoria, por el recuerdo del fatídico golpe de Estado de 1976, un hombre fue asesinado de varios disparos. Ese hombre resultó ser Leandro Varacalli (30), cuyo cuerpo apareció horas más tarde en la calle 515, a 1.000 metros de Antártida Argentina (Camino Viejo a Miramar). El cálculo da 8 kilómetros. Varacalli presentaba varios disparos de distintas armas, 22, 38 y 9 milímetros, y algunas averiguaciones coincidieron en afirmar que pasaba frecuentemente noches en la quinta de la calle Tohel.
La investigación estuvo a cargo de Andrea Gómez también, quien pudo detener provisoriamente a un hombre llamado Aníbal Segovia (26), pero todo indica que en las próximas horas sería liberado por falta de mérito.
Una de las hipótesis más fuertes no puede descartar que a Varacalli, un hombre con algunos antecedentes penales, no lo mataron en el lugar donde apareció su cuerpo. “Si alguien lo mató de tantos disparos, cerca del polígono de la policía, no hay testigo que pueda sospechar. Si todo el tiempo hay detonaciones”, dijo una fuente. La idea de que a Vacaralli lo hayan asesinado en la quinta no pudo ser corroborada pese a que la fiscal Gómez pidió allanar el lugar por esa causa.
La madre de Varacalli aportó un dato clave, al decir que la exnovia de su hijo era la actual de “Carloncho” Fernández, lo que permitió unificar ambas investigaciones. Además, porque la fiscal Gómez también tuvo que intervenir en el violento asalto atribuido a Fernández.
Con esa información se sospechó que el prófugo podía estar allí -una celda telefónica se activó por la zona, aunque su madre vive en las cercanías- y por eso la fiscal pidió el allanamiento.
El martes a la tarde la quinta fue requisada. Había 9 personas pernoctando en habitaciones deterioradas por el abandono. Había un hombre incluso al que lo habían echado de su casa.
Falta de higiene, desorden, roturas y un triste recuerdo suspendido en el aire.